A estas alturas no vamos a caer en el tópico de asegurar
con vehemencia que lo que no se comunica no existe (que tantas veces, en el
pasado y ahora, nos lleva a poner por encima de la realidad de los trabajos
realizados la visión marketiniana). Pero sí vamos a considerar los aspectos
positivos que ofrece, a los interesados en la sostenibilidad energética y
económica en viviendas, empresas y organismos públicos, y al público general (o
si se prefiere, a ‘todos los grupos de interés’ sociales), el realizar una buena
evaluación de los efectos conseguidos con una determinada actuación.
PARA QUÉ EVALUAR UNA ACTIVIDAD DE EFICIENCIA
ENERGÉTICA
Una rehabilitación sostenible de
un edificio de viviendas o de un bloque de edificios de una Administración
supone un trabajo considerable. Contar con una evaluación completa de ese
trabajo (en especial cuando se trata de proyectos de cierta envergadura) ayuda
a la continuación del programa de rehabilitación en otra fase, a mejorar en
actuaciones cercanas siguientes, a ampliar la actividad de los rehabilitadores o a
ayudar en la creación de nuevas experiencias en otros lugares.
Comunicar los resultados, en este campo,
supone mucho más que hacer participes a los demás de lo que se ha hecho. Quien
ha realizado el trabajo debe interpretarlo y presentarlo de forma que resulte
efectivo y llegue a esos grupos que están interesados en la
rehabilitación energética o pueden llegar a estarlo. Y para eso, desde luego,
hay que identificar a los destinatarios de la comunicación que se va a llevar a
cabo.
UNA APROXIMACIÓN A LA EVALUACIÓN COMPARTIDA
Como realizador de un programa de
sostenibilidad energética en edificios o grupos de edificaciones, en barrios, …
hay que responder a cuestiones sencillas (tipo verdades del barquero) sobre
grado de cumplimiento y resultados. Algo del tipo: ¿hemos cumplido con los
objetivos de eficiencia energética que pretendíamos?, ¿han quedado satisfechos
todos los implicados en la rehabilitación?, ¿qué diferencia nuestro proyecto
acabado de otros proyectos parecidos?, ¿ha sido un proyecto rentable para los
rehabiitadores y lo será para los dueños del edificio rehabilitado?, ¿qué
mejoras podemos ver para proyectos siguientes?
Por estructurar… hay varios tipos de
evaluaciones posibles:
-
De los efectos conseguidos en la obra
-
Del proceso desarrollado
-
De la influencia en el mercado
Sobre los efectos conseguidos:
Es la evaluación de los cambios generados
en el proyecto de eficiencia energética (en energía, en el uso, en la demanda).
Con ellos se puede determinar hasta qué punto el proyecto ha conseguido el
ahorro planteado al principio; conocer las
ventajas no energéticas conseguidas,
o cuantificar los resultados del programa para informar en reuniones de
especialistas.
Sobre el proceso desarrollado:
Es una estimación sistemática del proyecto
de eficiencia energética, Documenta operaciones que se han llevado a cabo y
hace autocrítica para recomendar mejoras de eficiencia en proyectos similares.
Y
sobre la influencia en el mercado (en especial cuando el proyecto es novedoso
por método o tecnología usados o por su tamaño) para, entre otras cosas,
conocer si nuestro trabajo tiene un efecto positivo en la sociedad.
LA REFLEXIÓN
En proyectos de sostenibilidad energética, es
muy importante que los conocimientos aprendidos durante el proyecto puedan
ofrecerse a los colegas que trabajan en el mismo campo y a la sociedad en
conjunto. Esto no supone una visión ingenua o romántica: compartir experiencias
es lo mejor para todos. Y en un mundo abierto, con acceso a herramientas de comunicación
como las redes sociales, este tipo de intercambio de información es sencillo.
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