martes, 18 de febrero de 2014

Ahorro energético: ¿paramos sin habernos movido?

En el sector de la rehabilitación y de la energía, como en cualquier proceder humano, hay hechos comprobables, hipótesis, análisis y desarrollos. Hoy presentamos unos hechos que han venido a nosotros hace relativamente poco. Los recordamos (seguro que el avispado lector puede añadir algún otro relacionado) e intentaremos encajar dentro de un escenario, el de la rehabilitación energética, que se ha formado como tendencia pero que no acaba de arrancar de forma masiva.



LOS HECHOS
El Ministerio de Fomento ha publicado hace unas semanas, en el Observatorio de vivienda y suelo, un informe con datos del tercer trimestre de 2013 en el que comprueba que, junto al aumento significativo de compra de vivienda usada, la rehabilitación de las viviendas no despega.

La pobreza energética es ya parte habitual de la agenda de la opinión pública, a pesar de que es casi seguro que no es del agrado del poder que este concepto esté en la boca de los medios de comunicación. Hay incluso declaraciones del presidente de la patronal de las eléctricas en las que se desmarca de participar en la solución de este drama ya multitudinario, dejando al gobierno su solución.

La certificación energética, tras los meses que lleva implantada en España, es considerada casi exclusivamente como un trámite administrativo necesario para vender una casa o un edificio, pero sin otro valor. Las certificaciones se venden al peso o se regalan, lo que dificulta el trabajo singular (de acuerdo a normativa estándar pero específica para cada edificio) que debe realizarse para obtenerlas.

La inseguridad jurídica generada para los productores de energías renovables como la solar hace que ya hasta algún fondo soberano del Oriente Medio llegue a los tribunales contra el gobierno español. Y los que intentan el autoconsumo energético, al estar obligados a pagar más por producir que por gastar, piensan en desmantelar las instalaciones.

La Comisión Europea, en su informe al Parlamento y a otros organismos europeos, indica que los objetivos respecto a la energía acordados para 2020 sobre la base de 1990 (20% menos en gases de efecto invernadero, alcanzar el 20% en producción de energía mediante las renovables y aumento en un 20% en eficiencia energética) van por buen camino en la reducción de gases de efecto invernadero y en el porcentaje de aumento en energías renovables y que hay “avances significativos” en la intensidad del uso de la energía. Y propone nuevos objetivos, no muy ambiciosos, para 2030 respecto a 1990: 40% menos de gases de efecto invernadero, un 27% de cuota de renovables, sin indicación de un objetivo cuantitativo de eficiencia energética.

ESPERANZA A PESAR DE TODO 
Pero la puesta en marcha de la Ley 8/2013 y de su aterrizaje con el real decreto RD 233/2013 que establece un cierto plan de ayudas y la actualización del Código Técnico de Edificación sobre calificación energética, y la reacción del Parlamento Europeo a la propuesta de la Comisión proponiendo un 40% de reducción de emisión de CO2, un 40% de ahorro de energía y un 30% de uso de energías renovables nos animan a pensar que no estamos solos y que a lo mejor podemos empezar a movernos hacia un futuro sostenible para cada edificio y para todos.

Por: Alejandro Cabeza Prieto; José Luis Femenía; Julio González Quintas.

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