martes, 17 de diciembre de 2013

Eficiencia energética, ahorro y sostenibilidad.


En la década de los 90 del pasado siglo se puso de moda el concepto de ‘nuevas tecnologías’. Todo el que quería ser o parecer moderno y conocedor de las últimas novedades en cualquier sector (agricultura, industria o servicios) empleaba esas palabras ‘nuevas tecnologías’ para dar marchamo de verdad a lo que decía o escribía. Así, las nuevas tecnologías eran el acompañamiento perfecto de la enseñanza con los ordenadores y las telecomunicaciones, de la industria del calzado o del diseño gráfico.
Una reflexión mínima nos lleva a comparar el uso de aquellas nuevas tecnologías de 1990 con la utilización que, de unos meses acá, se hace del término ‘eficiencia energética’, que también inunda muchos sectores de actividad, pero que ha desembocado de forma muy clara en las actividades de construcción y urbanismo.
En gran número de artículos de prensa de papel y digital, y en general en cualquier medio de  comunicación; y desde luego en los proyectos que se presentan a y desde la Administración aparecen las dos nuevas palabras intocables y suministradoras de confianza: ‘eficiencia energética’.

EFICIENCIA ENERGÉTICA Y URBANISMO
Al igual que en los 90, tenemos que situar en cada caso lo que la eficiencia energética supone. Para nuestro sector de actividad, en el urbanismo, en la construcción nueva, en la rehabilitación de edificios,… o por poner un ejemplo ahora muy de actualidad, en los estudios de certificación energética, podemos constatar la gran diferencia que hay entre las diferentes propuestas de actuación. Y aunque todas ellas se refieran de una forma más o menos explícita a la eficiencia energética.  Es aquí en donde, al entrar en el fondo de lo que se propone hacer, aparecen diferencias sustanciales: pues no es lo mismo enfocar la eficiencia energética de los edificios públicos de un municipio mediante un cambio de puntos de iluminación que mediante la introducción de sistemas activos de captación de energía (energía solar fotovoltaica, pero también energía termosolar o geotérmica); no es lo mismo enfocar la búsqueda de la eficiencia estudiando mejoras en el ahorro en los elementos pasivos de la piel del edificio que centrándose en la inclusión de sistemas activos (como los solares o geotérmicos antes comentados).

UNA DECISIÓN: PROGRAMAS PARCIALES O PROGRAMAS COMPLETOS
¿Cómo puede decidir el responsable del edificio o de la zona urbana qué es lo que le conviene realizar. Sabe que tiene que mejorar la efectividad de su gasto energético, pero se encuentra ante una inflación informativa sobre rehabilitaciones en marcha (en Castilla y León y en otras Comunidades, en ciudades o pueblos como el suyo),  ante la llegada de la sabrosa ayuda de los fondos europeos, ante las propuestas nada neutrales de diferentes actores del sector? Hay una solución que nos parece fácil de poner en práctica: ver qué representa en la sostenibilidad de sus edificios el paquete de medidas de eficiencia energética que se le presentan. No es lo mismo acometer parcialmente el problema del ahorro con inversión para soluciones parciales que afrontar el problema mediante una solución completa. Un buen estudio de eficiencia energética lleva consigo dos parámetros de partida importantes: por una parte el ahorro conseguido frente a la inversión realizada,  y por otra un plan de eficiencia de inversión y mantenimiento.

Como en casi todo, hay que calibrar entre poner en marcha soluciones parciales de ahorro (que estudian uno o dos parámetros que influyen en el gasto en energía y en el coste de la factura energética) y que generalmente son estándares, o considerar programas más completos (que tienen en cuenta todos los parámetros de gasto y de ahorro) adaptadas al edificio o al grupo de edificios de forma específica. 


Por: Alejandro Cabeza Prieto; José Luis Femenía; Julio González Quintas.




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