domingo, 9 de febrero de 2014

MEDIDAS PASIVAS EN LA ARQUITECTURA BIOCLIMÁTICA. I



   Como ya se anunció en una entrada anterior, vamos a ir profundizando en las medidas pasivas propias de la arquitectura bioclimática. Según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, bioclimático es aquello “relacionado con el clima y los organismos vivos” y añade, “dicho de un edificio o de su disposición en el espacio: que trata de aprovechar las condiciones medioambientales en beneficio de los usuarios”.

   En efecto, la arquitectura y el urbanismo bioclimáticos pretenden diseñar edificios y ciudades teniendo en cuenta y aprovechando, cuando sea posible y positivo, los recursos naturales disponibles en su entorno (sol, lluvia, vientos, vegetación…). El objetivo es minimizar el impacto en el medio ambiente, reduciendo el consumo de energía y las emisiones de CO2, y crear espacios más confortables y saludables para vivir.


   Dentro de las muchas medidas pasivas posibles de implementar, la primera de todas ellas es la correcta situación del edificio dentro del solar (o si el edificio ya existiera, caso de una rehabilitación, el aprovechamiento máximo de las posibilidades que le permite su situación). Hay que manejar distintos parámetros a la hora de escoger la mejor posible. Recorrido del sol, vientos dominantes, topografía, vegetación, agua, vistas; son los de mayor relevancia. Algunos pueden ser elementos a aprovechar o por el contrario a evitar, dependiendo del lugar del planeta en el que estemos trabajando. El beneficio del sol en Suecia, se torna en inconveniente, a efectos térmicos, en el sur de Marruecos. Lo referido de aquí en adelante, tendrá sentido en relación a nuestra latitud y longitud, es decir a un clima templado.


   RELACIÓN CON EL SOL.

   El sol, tal vez, sea nuestro mejor aliado, ya que nos procura luz y calefacción gratuita. En nuestra latitud y en relación al sol, la mejor orientación siempre es la sur. Debido a la diferencia de la altura del sol entre invierno y verano (73º en orientación  sur en el solsticio de verano y 27º en el de invierno) es bastante sencillo buscar elementos de protección que eviten la entrada de sol indeseado en verano pero permitan el acceso beneficioso del mismo, en el interior del edificio, en invierno. En esa fachada deberemos abrir grandes huecos captadores de energía. La peor es la oeste, debido a que en invierno el sol tiene una corta presencia, muy baja altura y escasa radiación. Sin embargo en verano, por el retardo de la onda térmica (la temperatura es más elevada por la tarde que por la mañana) y que, debido a la también baja altura del sol, es muy dificil defenderse de él con protecciones arquitectónicas habituales, la presencia de huecos no es aconsejable. Naturalmente todas los espacios deben disponer de luz natural, que es la luz de mayor calidad y que evita un consumo innecesario de energía durante el día.



   RELACIÓN CON EL VIENTO

   El edificio debe estar situado de tal manera que quede protegido de los vientos frios en invierno y aproveche las brisas frescas, en especial las nocturnas, del verano. El problema es complicado ya que el viento, a diferencia del sol, siempre disciplinado en sus movimientos, es caprichoso en cuanto a dirección y velocidad. Las rosas de los vientos nos orientarán respecto de los comportamientos más habituales pero, independientemente de ello, lo que es invariable es que han de permitirse siempre las ventilaciones cruzadas que serán la principal estrategía de refrescamiento en verano y las que garantizarán una conveniente tasa de renovaciones de aire, imprescindibles para eliminar el aire viciado y conseguir un ambiente saludable.

  
   
   RELACIÓN CON LA TOPOGRAFÍA

   La configuración del terreno puede hacer variar radicalmente nuestra estrategia. Por ejemplo una vivienda unifamiliar situada en la cara norte de la falda de una colina, verá reducidas sus horas de captación solar, sin embargo pudiera ser una oportunidad para plantear una edificación aterrazada, que tuviera partes enterradas con el enorme beneficio térmico que tienen las construcciones subterraneas, de temperatura interior mucho más constante y benigna que las totalmente descubiertas. Del mismo modo pudiera ser que la colina alterara el régimen de vientos y obligara a modificar el diseño en cuanto a aprovechamiento de los mismos. Naturalmente hay que huir de ubicaciones en vaguadas o depresiones que sean susceptibles de posibles inundaciones. En general los puntos altos son los más favorables.


   RELACIÓN CON LA VEGETACIÓN Y EL AGUA

   Además de la capacidad de fijación de CO2 que tiene la vegetación, ésta, junto con el agua, ofrece importantes posibilidades. Los arboles de hoja caduca cercanos a las fachadas adecuadas permiten el soleamiento en invierno y procuran sombreamiento en verano. El viento, al atravesar la vegetación y debido a la evapotranspiración, rebaja su temperatura y aumenta su humedad. Si inmediatamente después ingresa en la edificación refrescará su interior. Una consecuencia similar obtendríamos si el viento barriera una lámina de agua.


   RELACIÓN CON LAS VISTAS

   No debemos olvidar que la arquitectura bioclimática persigue lograr el confort de los usuarios. El edificio debe saber integrar las posibilidades que le pueda ofrecer un hermoso paisaje al que mirar y aprovecharlo como uno de los potenciales descritos en los apartados anteriores.

   
   Así pues, antes de empezar a trabajar hay que visitar el lugar, estudiarlo,  ponderar convenientemente las variables, ya que habitualmente no podremos optimizar todas, y establecer el orden de primacía de unas sobre otras. No obstante el ingenio puede conseguir lo que pudiera parecer inalcanzable en principio, como abrir huecos a mediodía en fachadas oeste, como sucede en el edificio girasol de J.A. Coderch (1966) en Madrid, consiguiendo “cambiar la orientación del solar”.

     Edificio Girasol. J.A. Coderch. Madrid.1966
           
   LA IMPORTANCIA DE SABER COMPRAR.

   Por último quisíeramos señalar la enorme importancia que tiene, cuando alguien se dispone a comprar un solar para construir un edificio, el valorar estas variables. Generalmente los terrenos tienen un precio estandar por metro cuadrado dependiendo de su situación geográfica, en términos de población o barrio dentro de una gran ciudad. Usted pagará lo mismo, a igual superficie,  por una parcela para construir su casa en una urbanización, independientemente de dónde esté situada dentro de ella. Sin embargo comprar la que le ofrecen o la que hay simplemente enfrente, cruzando la calle, le puede suponer una enorme diferencia en cuanto a posibilidades de diseño bioclimático, es decir en cuanto a confort, salubridad, ahorro económico en facturas energéticas y respeto al medio ambiente.


No hay comentarios :

Publicar un comentario