Como ya se
anunció en una entrada anterior, vamos a ir profundizando en las medidas pasivas
propias de la arquitectura bioclimática. Según el Diccionario de la Real
Academia de la Lengua Española, bioclimático es aquello “relacionado con el
clima y los organismos vivos” y añade, “dicho de un edificio o de su
disposición en el espacio: que trata de aprovechar las condiciones
medioambientales en beneficio de los usuarios”.
En efecto, la
arquitectura y el urbanismo bioclimáticos pretenden diseñar edificios y
ciudades teniendo en cuenta y aprovechando, cuando sea posible y positivo, los
recursos naturales disponibles en su entorno (sol, lluvia, vientos,
vegetación…). El objetivo es minimizar el impacto en el medio ambiente,
reduciendo el consumo de energía y las emisiones de CO2, y crear espacios más
confortables y saludables para vivir.
Dentro de
las muchas medidas pasivas posibles de implementar, la primera de todas ellas
es la correcta situación del edificio
dentro del solar (o si el edificio ya existiera, caso de una rehabilitación, el
aprovechamiento máximo de las posibilidades que le permite su situación).
Hay que manejar distintos parámetros a la hora de escoger la mejor posible.
Recorrido del sol, vientos dominantes, topografía, vegetación, agua, vistas;
son los de mayor relevancia. Algunos pueden ser elementos a aprovechar o por el
contrario a evitar, dependiendo del lugar del planeta en el que estemos
trabajando. El beneficio del sol en Suecia, se torna en inconveniente, a
efectos térmicos, en el sur de Marruecos. Lo referido de aquí en adelante, tendrá
sentido en relación a nuestra latitud y longitud, es decir a un clima templado.
RELACIÓN CON
EL SOL.
El sol, tal
vez, sea nuestro mejor aliado, ya que nos procura luz y calefacción gratuita.
En nuestra latitud y en relación al sol, la mejor orientación siempre es la
sur. Debido a la diferencia de la altura del sol entre invierno y verano (73º
en orientación sur en el solsticio de
verano y 27º en el de invierno) es bastante sencillo buscar elementos de
protección que eviten la entrada de sol indeseado en verano pero permitan el
acceso beneficioso del mismo, en el interior del edificio, en invierno. En esa
fachada deberemos abrir grandes huecos captadores de energía. La peor es la
oeste, debido a que en invierno el sol tiene una corta presencia, muy baja
altura y escasa radiación. Sin embargo en verano, por el retardo de la onda
térmica (la temperatura es más elevada por la tarde que por la mañana) y que,
debido a la también baja altura del sol, es muy dificil defenderse de él con
protecciones arquitectónicas habituales, la presencia de huecos no es aconsejable.
Naturalmente todas los espacios deben disponer de luz natural, que es la luz de
mayor calidad y que evita un consumo innecesario de energía durante el día.
RELACIÓN CON
EL VIENTO
El edificio
debe estar situado de tal manera que quede protegido de los vientos frios en
invierno y aproveche las brisas frescas, en especial las nocturnas, del verano.
El problema es complicado ya que el viento, a diferencia del sol, siempre
disciplinado en sus movimientos, es caprichoso en cuanto a dirección y velocidad.
Las rosas de los vientos nos orientarán respecto de los comportamientos más
habituales pero, independientemente de ello, lo que es invariable es que han de
permitirse siempre las ventilaciones cruzadas que serán la principal estrategía
de refrescamiento en verano y las que garantizarán una conveniente tasa de
renovaciones de aire, imprescindibles para eliminar el aire viciado y conseguir
un ambiente saludable.
RELACIÓN CON LA TOPOGRAFÍA
La configuración
del terreno puede hacer variar radicalmente nuestra estrategia. Por ejemplo una
vivienda unifamiliar situada en la cara norte de la falda de una colina, verá reducidas
sus horas de captación solar, sin embargo pudiera ser una oportunidad para
plantear una edificación aterrazada, que tuviera partes enterradas con el
enorme beneficio térmico que tienen las construcciones subterraneas, de
temperatura interior mucho más constante y benigna que las totalmente
descubiertas. Del mismo modo pudiera ser que la colina alterara el régimen de
vientos y obligara a modificar el diseño en cuanto a aprovechamiento de los
mismos. Naturalmente hay que huir de ubicaciones en vaguadas o depresiones que
sean susceptibles de posibles inundaciones. En general los puntos altos son los
más favorables.
RELACIÓN CON
LA VEGETACIÓN Y EL AGUA
Además de la
capacidad de fijación de CO2 que tiene la vegetación, ésta, junto con
el agua, ofrece importantes posibilidades. Los arboles de hoja caduca cercanos
a las fachadas adecuadas permiten el soleamiento en invierno y procuran
sombreamiento en verano. El viento, al atravesar la vegetación y debido a la
evapotranspiración, rebaja su temperatura y aumenta su humedad. Si inmediatamente
después ingresa en la edificación refrescará su interior. Una consecuencia
similar obtendríamos si el viento barriera una lámina de agua.
RELACIÓN CON
LAS VISTAS
No debemos
olvidar que la arquitectura bioclimática persigue lograr el confort de los
usuarios. El edificio debe saber integrar las posibilidades que le pueda
ofrecer un hermoso paisaje al que mirar y aprovecharlo como uno de los
potenciales descritos en los apartados anteriores.
Así pues, antes de empezar a trabajar hay que visitar el lugar, estudiarlo, ponderar convenientemente las variables, ya que habitualmente no podremos optimizar todas, y establecer el orden de primacía de unas sobre otras. No obstante el ingenio puede conseguir lo que pudiera parecer inalcanzable en principio, como abrir huecos a mediodía en fachadas oeste, como sucede en el edificio girasol de J.A. Coderch (1966) en Madrid, consiguiendo “cambiar la orientación del solar”.
LA
IMPORTANCIA DE SABER COMPRAR.
Por último
quisíeramos señalar la enorme importancia que tiene, cuando alguien se dispone
a comprar un solar para construir un edificio, el valorar estas variables.
Generalmente los terrenos tienen un precio estandar por metro cuadrado
dependiendo de su situación geográfica, en términos de población o barrio
dentro de una gran ciudad. Usted pagará lo mismo, a igual superficie, por una parcela para construir su casa en una
urbanización, independientemente de dónde esté situada dentro de ella. Sin
embargo comprar la que le ofrecen o la que hay simplemente enfrente, cruzando
la calle, le puede suponer una enorme diferencia en cuanto a posibilidades de
diseño bioclimático, es decir en cuanto a confort, salubridad, ahorro económico
en facturas energéticas y respeto al medio ambiente.
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